domingo, 30 de agosto de 2009

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"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo”.

Pedro Páramo es considera una obra maestra del siglo XX. Su importancia radica, por ejemplo, en la estructura fragmentaria de la narración, exigiéndole al lector cierta atención donde las diversas historias se van entrelazando en el transcurso de la novela con constantes saltos cronológicos; otro aspecto sería la singularidad de la historia, desde el inicio se nos da una señal, como dice Susan Sontag en su libro Cuestión de Énfasis, se nos da una premisa, donde una madre muerta lanza a su hijo al mundo, así la búsqueda de un hijo tras su padre- se convierte en una estancia coral en los infiernos.


La narración se ubica en dos mundos: la Comala del presente, hacia la que viaja Juan Preciado (el “yo” de las primeras oraciones), y la Comala del pasado, el pueblo de los recuerdos de su madre y de la juventud de Pedro Páramo.[i] La intercalación forma parte de los recursos estructurales utilizados en la novela así como la inserción de pensamientos y recuerdos de determinados personajes, utilizando una formalización específica que permite su identificación por el lector como series de unidad narrativa.


Pedro Páramo fue la única novela de Juan Rulfo, publicada en 1955, aparte de diecisiete relatos cortos que recopiló en el Llano en llamas. Siendo sus dos obras más conocidas, donde instaura originalidad a partir de un lenguaje simbólico, poético y mágico en el cual confluyen en cada una la de las palabras que versan en su escritura, valiéndole el reconocimiento como unos de los mejores escritores del siglo XX.


Juan Rulfo nació en 1918 en Apulco, Jalisco. Hijo de una familia acomodada que perdió sus bienes durante la revolución, llega a la Ciudad de México cuando tenía quince años, años más tarde entra a trabajar a la oficina de migración donde comienza su inspiración por escribir. Susan Sontag lo describe como un hombre taciturno, que se ganaba la vida con medios completamente ajenos a la literatura y que pasó casi todas las noches de su vida leyendo y escuchando música. La escritora recalca la extrañeza de que sus libros fueran publicados cuando él ya media los cuarenta años, y más paradójico aún que esos primeros libros sean reconocidos de inmediato como obras maestras. Y siendo más raro todavía que tal escritor nunca publicara otro.


Pedro Páramo no tiene capítulos sino fragmentos narrativos (69 en total) No existe una indicación topográfica, hay dos narraciones, la primera dominada por Juan Preciado, mientras que la segunda parte es más habitual la presencia de un narrador en tercera persona. Juan Preciado relata su propia historia siguiendo el orden cronológico de los acontecimientos, y al mismo tiempo, ofrece las diversas historias que le relatan los interlocutores con los que se va encontrando. Esas historias, referidas a Pedro Páramo, no siguen una cronología determinada. Cuando comienza la segunda parte, todas las historias que los lectores han seguido con alguna dificultad comienzan a aclararse.[ii] Juan Preciado es un hombre sin historia; en cambio Pedro Páramo es el centro de todas esas historias que recrearán el pasado de Comala, ese tiempo que lo muertos recordarán para que Juan se encuentre simbólicamente con su padre. LOS FRAGMENTOS SON generalmente diálogos introducidos por una tercera persona, complementan las historias ambientadas en tiempo de Pedro Páramo.

Un ejemplo de esto, es la manera en cómo se introduce Susana San Juan a la historia, aunque ya se nos había dado un pequeño adelanto de su existencia casi al principio de la novela donde se remonta la niñez de Pedro Páramo, no había vuelto a aparecer hasta su monólogo desde ultratumba:


"Estoy acostada en la misma cama donde murió mi madre hace ya muchos años; sobre el mismo colchón; bajo la misma cobija de lana negra con la cual nos envolvíamos las dos para dormir. Entonces yo dormía a su lado, en un lugarcito que ella me hacía debajo de sus brazos. Creo sentir todavía el golpe pausado de su respiración; las palpitaciones y suspiros con que ella arrullaba mi sueño... Creo sentir la pena de su muerte... Pero esto es falso. Estoy aquí, boca arriba, pensando en aquel tiempo para olvidar mi soledad. Porque no estoy acostada sólo por un rato. Y ni en la cama de mi madre, sino dentro de un cajón negro como el que se usa para enterrar a los muertos. Porque estoy muerta".
Rulfo nos lleva por un vaivén de emociones a través de distintos tiempos que van cambiando con cada frase.


Un detalle que me llamó la atención fue el uso de metáforas presentes a lo largo de la obra y que resultan ser sumamente poéticas para describir la noche en su transcurrir al amanecer o viceversa, por ejemplo:

“Por el techo abierto al cielo vi pasar parvadas de tordos, esos pájaros que vuelan al atardecer antes que la oscuridad les cierre los caminos. Luego, unas cuantas nubes ya desmenuzadas por el viento que viene a llevarse el día. Después salió la estrella de la tarde, y más tarde la luna”.

“Un cielo negro, lleno de estrellas. Y junto a la luna la estrella más grande de todas”

Había estrellas fugaces. Las luces en Comala se apagaron”.
“Faltaba mucho para el amanecer. El cielo estaba lleno de estrellas, gordas, hinchadas de tanta noche. La luna había salido un rato y luego se había ido. Era una de esas lunas tristes que nadie mira, a las que nadie hace caso. Estuvo un rato allí desfigurada, sin dar ninguna luz, y después fue a esconderse detrás de los cerros”.


ES constante el uso de estas imágenes cósmicas para referirse a la noche. No por nada el rancho de Pedro Páramo se llama La media luna, Rulfo utiliza este simbolismo para reflejar esa parte esencial de la historia que nos está contando: el inframundo, la oscuridad, lo que está adentro, lo profundo, el silencio, la muerte.


El nombre del escenario Comala la obtuvo de una derivación de la palabra “Comal”, que significa “recipiente de barro que se pone sobre las brasas”. Y FUE PRECISAMENTE LO QUE RULFO alcanzó a simbolizar en Comala, una atmósfera asfixiante, un lugar que se haya sobre la boca del infierno.