miércoles, 21 de octubre de 2015

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Este pequeño escrito fue para la materia de artes escénicas II. Lo leo y lo leo y lo vuelvo a leer y cada vez le encuentro más y más defectos. Mejor ya no lo leo. Y que alguien más lo lea... Ahora os lo comparto.... (para que lo leas mi querida amiga May) :)

¿Se puede relacionar la poesía con el acto escénico?
No sé si mi pregunta sea un poco descabellada pero llegué a ella gracias a la pasión que genera en mí la poesía vinculándola con la forma de cómo es que percibo la realidad y lo que me rodea, algo así como mi propia cosmogonía, es decir la manera de explicar y asimilar la existencia, el mundo, el fluir del tiempo y la estructura del universo ¿Y cómo es que relaciono la poesía con todo esto? En primera instancia, la poesía la concibo como un vínculo, aquella que nos conecta con nuestra propia alma donde no sólo se pretende alcanzar una sublimación artística sino la posibilidad de la trascendencia del ser. Como bien dice Octavio Paz en El arco y la lira, la poesía es revolucionaria por naturaleza pero sobre todo es un ejercicio espiritual, un método de liberación interior.
El concepto de poesía lo hablaré solamente como un acto en sí mismo, haciendo un poco de lado pero sin menospreciar, el poder de la palabra, esto es el poema, ya que el fin de este escrito es hablar de la poesía pero desde la acción, desde el acto escénico. Citaré de nuevo a Paz, ya que ilustra la idea que estoy planteando: “Puede haber poesía sin poemas, paisajes, personas y hechos suelen ser poéticos: son poesía sin ser poemas”.
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La siguiente cuestión se aplica directamente a las artes escénicas. ¿Qué son? ¿De qué están hechas? ¿Qué es escena? Al pensar en artes escénicas las primeras palabras que llegan a mi son: expresividad, rito, cuerpo, sentidos, acto, escena, danza, música, comedia, tragedia, actor, espectador, montaje, escenografía, representación, etc. Ahora bien, centrémonos específicamente en la esencia pura del acto escénico concibiéndolo como aquello que no puede expresarse con palabras y que no cabe en el diálogo. El acto escénico es el lenguaje del cuerpo, de la expresividad, de la interpretación de las emociones, y todo esto a través de un espacio físico determinado que exige-obviamente-ser ocupado, donde se le permita hablar su propio lenguaje concreto que está destinado principalmente a los sentidos donde independiente a la palabra satisfaga los sentidos. Antonin Artaud lo llama una poesía de los sentidos[2] como hay una poesía del lenguaje. El teatro ocupa un lenguaje material y sólido, esto es físico a diferencia de la palabra. Entonces si el acto escénico no pertenece a las palabras ¿a qué pertenece? Posiblemente al espacio ¿y es posible hablar de una poesía del espacio? Pero este espacio debe ser llenado y vaciado simultáneamente a través de los medios de expresión que se utilizan en escena como gesticulación, corporalidad, entonación, mímica, iluminación, escenografía.
Me gustaría abordar está relación poesía-escena con un film, indudablemente hay numerosas diferencias entre el cine y el teatro pero el punto es fijar nuestra atención en la escena como tal, así como en la expresividad de las emociones a través del lenguaje corporal. La película que ilustra de manera acercada la relación que hago de la poesía y las artes escénicas es La passion de Jean d’ Arc (1926) del director danés Carl Theodor Dreyer, donde se narra la condena y ejecución de Juana de Arco. Lo que el director plasmó fue el sufrimiento humano, el dolor intenso, esa esperanza de fe y búsqueda de lo divino que se ve plasmado en las miradas penetrantes de luminosidad así como de la acentuación de expresiones en el rostro de Juana de Arco y que funge como una ventana al alma.
El cine mudo de Dreyer reproduce los sentimientos de los personajes, capta los pensamientos inconscientes, secretos que descansan en lo más profundo de sus almas. Su objetivo es descubrir lo que hay en los más profundo de cada ser acentuando la belleza del alma y del cuerpo.
Los actores fueron elegidos uno a uno por Dreyer. Según declaraciones del cineasta, acerca de la impresión que tuvo sobre Falconetti, la actriz que interpreta a Juana de Arco: “Encontré en su rostro exactamente lo que buscaba para Juana de Arco: una mujer rústica, muy sincera y, además, una mujer se sufrimiento”
[i]
El modo de concebir la interpretación, para Dreyer, se basa en el principio básico de su cine, esto es su búsqueda de la Autenticidad, lo cual lo llevó a que la caracterización de los personajes fueran forjados de esta absoluta autenticidad. Daba una importancia básica a los actores, consideraba indispensable que fuesen adecuados para sus personajes: “Busco siempre actores que estén interesados en la búsqueda de la autenticidad, que puedan ayudarme. Tener verdaderos personajes para los verdaderos papeles es para mí lo primero de todo” [ii]
En el film todo el tiempo se acentúa la expresividad de las situaciones así como de las emociones, las limitaciones técnicas del medio se usan como un modo para exaltar la fuerza expresiva de la obra.
Considero que el lenguaje teatral puro no necesita de la palabra, como lo había hablando un poco anteriormente, este lenguaje puro del teatro son los signos, gestos, actitudes, es una especie de pantomima donde los gestos en vez de representar palabras o frases representan ideas, actitudes del espíritu o aspectos de la naturaleza. Este lenguaje evoca imágenes poéticas naturales y nos da una pauta para entender lo que sería para el teatro o la escena una poesía del espacio muy independiente del lenguaje hablado.

FUENTES:
Paz, Octavio, EL arco y la lira, FCE, México, pp. 305.

Artaud, Antonin, El teatro y su doble, Hermes editorial, 1987. México, pp. 162.

Gómez García, Juan Antonio, Carl Dreyer, Fundamentos, España, 1997, pp. 221.


[1] Paz, Octavio, EL arco y la lira, FCE, México, p. 14.[2] Artaud, Antonin, El teatro y su doble, Hermes editorial, 1987. México, p. 41.[i] Gómez García, Juan Antonio, Carl Dreyer, Fundamentos, España, 1997, p. 121.[ii] Ibídem, p. 44.